Llevaba tiempo sin escribir en el blog. En el día a día establecemos prioridades. En los últimos meses nuestras prioridades, las mías especialmente, han sido trabajar, descansar y cuando se ha podido, en vacaciones, disfrutar todo lo posible para poder recargar las baterías. Teniendo en cuenta que el feedback recibido por nuestros posts son mínimos, cosa que poco me importa, y que no contaba con todo el tiempo necesario para seguir hablando de nuestras vidas, me tomé un tiempo de ¨descanso¨.
Ahora rompo nuestro silencio porque hay que gritar y manifestar la desesperación ante la verdadera locura que estamos viviendo en este planeta. El ser humano, este animal que cohabita el planeta Tierra, se ha desarrollado tanto y ha alcanzado unos niveles tecnológicos tan altos, que olvida el sentido de su existencia, que no es otro que la vida misma. Es tan despreciable que sigue matando a individuos de su misma especie. Pero eso sí, ha podido poner su pie en la misma luna, en su carrera por conquistar no sólo su mundo, aniquilando otras especies y destruyendo hábitats en frágil equilibrio con el desarrollo humano, sino el espacio exterior, en su arrogante carrera por dominarlo todo, aunque haya millones de individuos que mueren de hambre y enfermedades por muchos rincones del planeta.
Vivimos en los Países Bajos. Los ciudadanos holandeses son gente abierta, permisiva y amante de otras culturas. Precisamente en esta época estival se lanzan a viajar por el resto del mundo. Quién se iba a creer que en cuestiones de segundos un Boeing 777 iba a ser derribado por los señores de la guerra en Ucrania, matando a todos los pasajeros y tripulación, de los que casi 200 eran holandeses, la mayoría en viaje de vacaciones, junto a sus hijos.
Estos días este país está de luto. No podéis ni imaginar el dolor y el desgarro contenido que veo en mis vecinos, amigos, personas de a pie que me encuentro todos los días camino del trabajo. Es algo que no tiene lógica, un verdadero acto de locura que no tiene fin por más que se haya matado en el pasado. Por eso no me siento persona, reniego de mi genética y quiero ser simplemente paloma que surca los cielos o microbio que habita los rincones más alejados de nuestro planeta. Estoy seguro que no hay animal viviente más peligroso y dañino para sus iguales que este hombre de la edad moderna.
Cuando además de adultos, se ven implicados niños, no hay quien soporte esta indignación. Algo tan inocente, transparente, ingenuo siempre, a la deriva en un mar de influencias negativas, debe ser protegido con todos los medios a nuestro alcance.
La ofensiva del gobierno de Israel sobre la franja de Gaza está matando a niños, todos inocentes. Ni los organismos internacionales ni los países que podrían parar este genocidio actúan diligentemente para parar este conflicto. No se oye de paz sino de venganza y castigo.
No es nuevo, por lo menos para mí. Que ya desde chiquitito veía las imágenes retransmitidas de las barbaries en Vietnam. Esto se ha producido en el pasado y, desgraciadamente, se repetirá en el futuro, porque no se aprende de los errores. No confío para nada en el futuro que nos espera. Y lo peor de todo es que no puedo atisbar cuál es el camino correcto que hay que seguir.
Me uno, nos unimos, al dolor y la desesperación de las familias de los aniquilados por el misil antiaéreo, de los muertos por el castigo israelí. Lloro de impotencia cuando los más débiles, los niños, sufren esta sin razón. Pero se me revuelven las tripas en mi interior cuando ni gobiernos ni pueblos son capaces de movilizarse para detener esta injusticia.
Por favor, pensemos todos en estos sucesos. Es cierto que como individuos poco podemos hacer. Pero como colectividad, cuando los políticos nos piden el voto, debemos hacer prevalecer nuestros deseos de paz y convivencia, sin importar credos y orientaciones políticas. Porque vivir en armonía con nuestros semejantes no tiene color político ni religión.
Espero seguir comentando hechos de nuestras vidas en un próximo post, que no se demorará tanto como éste. Feliz verano. Javier
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