Querida Silvia, espero que al leer estas líneas sigas recuperándote
de las dolencias físicas (y psicológicas también) que a todos les produce la
enfermedad. Eres el claro ejemplo de la lucha contra la adversidad y cómo para
poder salir de ella hay que enfrentarse con determinación, positivismo y mucho
descaro, bromeando incluso ante los más negros nubarrones.
Hace una semana leí tu post y rememoré aquellos días en que
nos visitástes por estas tierras flamencas. También he reflexionado sobre tus experiencias personales, en el Hospital, con tus vecinos, etc., llegando a la conclusión de que la cultura, la educación de las personas, está intimamente relacionada con la convivencia ciudadana y, en última instancia, con la política a nivel local, regional y nacional. Pero parece que justo lo que tú observas a nivel "micro" se corresponde con lo que es palpable a nivel "macro", en el país. Te puede sorprender que, salvo contadas ocasiones, mi hospital sea todo un silencio absoluto por respeto a los pacientes o que en la calle la gente no se apropie de lo que no es suyo, aunque sean un par de filtros solares. Claro está, aquí es otra cultura, educación,..., y otra manera de entender el vocablo CIUDADANO. Y es de eso de lo que quería hablar.
Este fin de semana, estando de
guardia el viernes y domingo en el hospital, mientras plácidamente tecleo en mi
Mac, todavía en la cama, me digo: Voy a responder, tengo necesidad de clamar
por todo lo que veo y oigo. Los rayos de luz entran por la ventana y parcialmente me
ciegan. Veo que el día despierta húmedo. Pero el sol ha salido y las próximas
horas no lloverá. Es la vida misma, hay momentos que tienes que aprovechar
porque no sabes qué es lo que te espera.
Afortunadamente sólo trabajé el viernes hasta tarde, pero
cuando llegué a casa, no estaba cansado, porque a pesar de las horas, el stress
y la tensión sufrida, el paciente que habíamos operado de urgencia estaba a
salvo y podía beneficiarse de una nueva oportunidad que le daba la vida. Su
aorta estaba “rota” (técnicamente se llama disección aórtica) y tras una
reparación de nuestros “fontaneros”, los cirujanos cardíacos, lo dejamos sin
peligro, dormido como un niño, en los cuidados intensivos. Recuerdo que antes
de la operación, cuando fuimos a trasladarlo desde su box al quirófano, incluso
bromeaba con su mujer e hijo, parecía tenerlo todo “controlado”. Sabía a lo que
se sometía y los riesgos inherentes a la operación, pero aún así, él mismo
tranquilizaba a su familia. En la mesa de quirófano, momentos antes de
anestesiarlo, este chicarrón de más de 1.80 m. de altura y noventa y pico kilos
de peso, temblaba de miedo como seguramente el perro Excálibur antes de su
muerte. Todo salió bien. Es la suerte de trabajar en equipo. Por eso, mientras
volvía a casa subido a mi moto, escuchando piezas de Smooth Jazz por el
bluetooth de mi casco, con las piernas pesadas tras 12 horas de currar, mi cara
dibujaba una sonrisa pícara, de complicidad con “el que está arriba”, porque
sabía que Mi equipo también había funcionado. Y cuando me refiero a esa otra
parte de Mi equipo, entiéndelo según tus creencias religiosas o no. Para unos
será el Todopoderoso, tu Dios. Para otros es simplemente la certeza de que
estás haciendo las cosas basadas en unos pilares de conocimiento, ética y
moralidad, experiencia, tan fuertes como el acero, que te permiten enfrentarte
a situaciones límite con la absoluta certeza de que, primero, lo que haces es
lo correcto y está bien, y segundo, que confías completamente en que todo va a
salir bien. De entre todos los que
estábamos allí, aún sabiendo a lo que me enfrentaba, yo era el que más tranquilidad
mantenía y hasta tuve que llamar la atención a una residente que nos ayudaba:
Rustig aan! Zij die geloven, haasten niet!, que del neerlandés significa:
Calma! Aquellos que creen no se precipitan (en el sentido de apresurarse,
correr)!. Quizás yo pueda dar una imagen de frialdad, insensibilidad, excesiva
tranquilidad. No es así, también lo interiorizo todo, pero el procesamiento del
problema fundamental requiere las decisiones correctas, meditadas, sin prisas
ni emotividades que enturbien tu razonamiento. Aunque todo esto no sea
inherente para todas las personas, se puede aprender. Sólo tienes que encontrar
al profesor correcto.
Aunque el contacto con el país que me vio nacer es cada vez
más esporádico, desde la distancia me
pregunto a veces cómo puede suceder todo lo que estamos viendo que ocurre en
España. Que quede claro que mi hogar, mi vida, mis intereses profesionales y el
futuro, se encuentran en los Países Bajos. Hasta uno de mis dos hijos es
holandés por naturalización. Y es precisamente la distancia la que
probablemente me permite hacer una valoración menos partidista, menos fundada en ideologías, algo más
objetiva.
Llevo meses viendo la deriva de la confrontación
Estado-Cataluña (y hace unos años la que protagonizaron Estado-Euskadi). Antes
de pronunciarme sobre este problema quería profundizar en la historia de
Cataluña y desgraciadamente he tenido que recurrir a historiadores extranjeros,
hispanistas de fuera, Elliot, Kamen, porque las dos partes en conflicto han
deformado la historia para bien de sus intereses, camuflando la realidad o
mitificando hechos no contrastados por fuentes históricas primarias. Como
parece que esto sucede, ya no desde 1936, sino desde hace muchos siglos atrás,
me voy a dar un poco más de tiempo para encontrar un marco de referencia
histórico objetivo de la relación España-Cataluña y cuando lo tenga claro te lo
comento.
Dejando esto a un lado, cuando en una familia los padres no
son “ejemplo” para sus hijos, van de pelea en pelea, el padre se emborracha, la
madre despilfarra los dineros, alguna vez hasta puede que “maltraten” a sus
hijos, no sería una sorpresa que estos hijos quisieran salir “de por patas” de
tan negativo panorama familiar. Esta puede ser la situación del ruedo ibérico.
Desde hace años sufrimos el problema de la corrupción generalizada y la
partitocracia imperante o sistema político basado en el predominio excesivo de
los partidos, en detrimento de la voluntad democrática de los ciudadanos,
siendo uno de sus fines la permanencia en el poder para sacar provecho social,
jurídica y económicamente de todos los beneficios que se autoconceden a espaldas
de sus representados. A su vez, el estado “comatoso” de la sociedad civil, que
estando “anestesiada” por los gobernantes, partidos, sindicatos, empresarios,
judicatura, no reacciona o no sabe, ante la situación tan bochornosa que se
vive en vuestros pueblos y ciudades. Todo ello provoca esa “ruptura familiar”
en un país cuna del individualismo, el egoísmo y la envidia. De todos es sabido
que quien llega a los puestos de mayor responsabilidad no es el más capacitado
sino el que más amigos y contactos ha hecho.
En esa familia metafórica de la que hablaba, es muy cómodo
seguir bajo un techo y permitir todo mientras no te falte un plato de comida,
tu ropa, tu PSP y la tele. Como seguramente esos hijos son unos “NiNi’s”,
difícilmente van a tener una opinión razonada de lo que pasa, porque ya su
formación intelectual es deficitaria y su educación se reduce a unos
conocimientos básicos para subsistir, nunca pondrán en duda el sistema de
“castas” imperante. Este cuadro a nivel nacional, se traslada al periférico o
regional, de tal manera que cada comunidad autónoma tiene sus propias “castas”
y su “lote” propia de corruptos. Lo veas por donde lo veas, todo está podrido
desde la raíz. Enmendar un árbol torcido de por siglos es bastante difícil.
Mejor, cortarlo y plantar una nueva simiente. Es por eso que ya no sólo una
regeneración democrática es necesaria, sino todo un nuevo marco de convivencia
y una nueva Ley de Leyes que permita depurar este sistema de tantos
anacronismos y de tanto vividor de la política.
Cuando me convertí en emigrante, en el año 2005, huí a
EE.UU. porque estaba convencido de que en mi país era imposible alcanzar mis
metas profesionales y familiares sólo por mis méritos. También no tenía la
menor duda de que no había futuro para mis hijos. Esas conclusiones ya me
rondaban mucho antes, desde mediados de la década de los 90. Mientras, la gente vivía una farsa que a raíz de la
crisis económica les despertó de ese sueño tan placentero que los había
convertido en autómatas del sistema. Ese es mi diagnóstico final. La ciudadanía
no será capaz de liderar un cambio radical necesario. El sistema se perpetuará
con algo de “maquillaje”. Y vuestro país seguirá siendo el nido de vividores y
la cuna de pobreza de la mayoría de la población. Las clases ricas lo serán más
y las pobres se convertirán es esclavos del siglo XXI. No habrá clases medias.
Es el mundo de Orwell, controlado brutalmente por la propaganda, la vigilancia,
la desinformación, la negación de la verdad y la manipulación del pasado, sobre
el populacho inculto y embrutecido. En este contexto la “familia” se tiene que
romper, los hijos se emanciparán y perderán el contacto y el cariño mutuo.
Salvo que se busquen unos padres de adopción que puedan arreglar el desaguisado
de los padres naturales, incapaces de mantener la unidad familiar y la
convivencia armoniosa, libre y provechosa de todos sus miembros.
No creo equivocarme al decirte que por más elecciones que se
convoquen, seguirán ganando los de siempre, no importa de qué color sean.
Parece imposible pero es un acto de auténtico masoquismo el que contemplamos
una y otra vez. Ojalá me equivoque. En los últimos 20 años mi diagnóstico era
el correcto, así que os deseo lo mejor. Mientras tanto, seguiré releyendo a
Unamuno, hombre cabal y profeta en su tierra. Cuando el 14 de abril de 1931
decía: “…termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y
entontecido”, es como si hablara de la España actual. Hago mías sus palabras,
frente al fanatismo y absolutismo del poder:
“Venceréis, porque tenéis sobrada
fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y
para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me
parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.”
PD: Te parecerá que me he salido por los cerros de Úbeda, que he tocado muchos "palos", pero parece que he sido víctima de una lluvia de ideas y pensamientos masivos que se han apoderado de mis centros nerviosos superiores. Pido perdón por ello.
Javier