Ayer quedé aturdido por una información aparecida en la prensa jerezana. Resulta que en los procesos de solicitud de plazas escolares para el nuevo curso, se ha detectado un fraude vergonzoso. Algunos padres, con la intención de sumar el mayor número de puntos y así asegurar plaza escolar para sus cachorros en el colegio pretendido, falsifican sus declaraciones de la renta. Este fraude sólo puede ser denunciado ante Hacienda y, sabiendo lo rápido que van estos procesos, raramente prosperan en el tiempo. De esta manera los defraudadores (generalmente autónomos o empresarios, verbigracia, con mayor poder adquisitivo que los asalariados) consiguen sus objetivos y los colegios se ven impotentes frente a las familias denunciantes que no mienten en sus formularios. Esta triquiñuela no se limita a centros concertados sino que afecta también a centros públicos. Otra forma de burlar las normas es "fingir" una mudanza, incluso alquilando una vivienda en la zona del colegio deseado durante los primeros meses.
Estos hechos hacen que afloren en mi cabeza algunas ideas. La sociedad (y en particular la jerezana) es la imagen especular de sus políticos: insolidaria, corrupta, poco cívica, falsa. Carecen de las mínimas condiciones que se exigen en un estado de derecho, democrático, donde lo que debe primar es el bien común. Son la escoria.
Segunda idea: la economía sumergida, el dinero negro, el descontrol fiscal, está acabando con la idea de igualdad ante la ley. Los ricos son más ricos y encima hunden más en la miseria a los pobres, los que tienen una vulgar nómina.
Tercera idea: si las instituciones que deben velar por procesos transparentes y limpios no pueden combatir estas prácticas, la cosa va muy mal. Si no hay mecanismos de defensa y lucha ante el fraude, esta sociedad vive en un caos.
Cuarta idea: si se dan estas prácticas es porque la calidad educativa es dispar entre centros, o sea, que la educación no es un derecho por igual para todos. Así quien acceda a un colegio de "calidad" seguirá teniendo más oportunidades que quién ha podido asistir al centro de barrio deprimido que le tocó en las listas de la Delegación provincial de Educación.
Última idea: sin embargo hay gente que ve a estos pillos como ejemplos a seguir, creyendo que hacen lo justo para el bien de sus hijos, aunque el bien común se vaya a tomar por el culo. Hasta les ríen la gracia.
Estamos ante un período crítico donde no vale el mirar para otro lado. Hay que coger al toro por los cuernos. Pero me pregunto quién va a dar el primer paso. Déjense de criticar más a los políticos y empiecen por construir una sociedad de derechos y deberes. Ese es el primer paso para más adelante derrocar la partidocracia que impera en este país de listillos. Javier