Praga

Hace ya una semana que volvimos de nuestra visita a la capital de la República Checa. Con la preocupación de qué podría pasar dejando a los dos monstruos sólos (organizarse para hacer las tareas, comer, mantener cierto orden sin peleas, no hacer rabiar a Rey, etc.) tomamos un avión en el pequeño pero coqueto aeropuerto de Rotterdam. Era muy temprano, así que tuvimos que ir en coche y dejarlo en el parking de larga duración. Llegamos al aeropuerto de Praga algo más tarde de las 9 de la mañana del viernes. Aconsejamos a otros viajeros que no cambien moneda en el aeropuerto. Los bancos y otras oficinas de cambio de la ciudad tienen mejor tipo. En el aeropuerto te "engañan" con el señuelo de "sin comisión". Así que ya estáis advertidos.
Nos hemos alojado en el Hotel Caesar de Praga, de 4 estrellas. Pertenece a una cadena de hoteles y cualquiera de ellos ofrecen un buen alojamiento por un precio muy asequible. Éste en concreto esta situado en la Ciudad Nueva pero bastante cerca del casco antiguo, unos 15-20 minutos paseando. Incluye desayuno y el servicio tiene un "aprobado alto".
Bueno, qué decir de Praga. Es una ciudad monumental e histórica muy visitada. Incluso ahora en Noviembre está hasta la bandera de turistas. El grupo de españoles no se queda atrás. Lo único que defrauda un poco es la periferia y el poco cuidado en el mantenimiento y limpieza de edificios y espacios públicos. Algunos rincones de la ciudad me recuerdan esas imágenes de ciudades comunistas tan sosas y grises. Si no fuera por eso, Praga estaría declarada Patrimonio de la Humanidad. La Ciudad Vieja es un encanto, con la Torre del Ayuntamiento y su reloj astronómico. Pasear por el Puente de Carlos IV y llegar subiendo al Castillo de Praga, habiendo contemplado el arte de la Iglesia de S. Nicolás, es todo una delicia. Sin quedar atrás la imponente Catedral de San Vito.
La parte "cultural" se complementa con la visita gastronómica. Si no vas a sitios muy "turísticos" puedes comer y beber a precios super económicos y quedarte como un Señor. Hay que recordar que es aquí donde nace la cerveza (pivo) tal como hoy la conocemos. Nuestra Cruzcampo, San Miguel, etc., son la descendencia de la Pilsner Urquell, la verdadera Budweiser y la Gambrinus por poner unos ejemplos. Es por eso que contratamos un Tour de la Cerveza que ofrece una compañía alemana con guías por diversas ciudades de Europa (incluida Amsterdam). El tour incluía 3 degustaciones gratuitas en sitios muy conocidos y típicos de la ciudad. Hay que mencionar que allí se bebe en jarras de 1/2 litro. Antes de terminar el tour nos llevaron a un restaurante de cocina checa para cenar y beber, esta vez por nuestra cuenta. Lo pasamos muy bien porque el guía español hizo su trabajo a la perfección y el grupo de turistas (todos españoles y un argentino) hicimos buenas "migas" y formamos una banda de amigos dispuesta a disfrutar de la noche praguense. Es verdad que cuando llegamos al hotel esa noche teníamos la cabeza como un bombo, pero fué verdaderamente genial.
El Domingo por la noche dejamos tierras checas, no sin antes sufrir serios retrasos por la niebla densa en Holanda y ser desviados a Schiphol (Amsterdam) porque en Rotterdam era imposible aterrizar. Después de un trayecto en autobús, pudimos por fin llegar a casa a eso de las 3 de la madrugada. Menos mal que el lunes no trabajaba y tanto Carmen como yo pudímos recuperarnos un poco.
Como es habitual, os dejamos un pequeño video de los momentos más importantes que vivimos en nuestra escapada sin niños. Javier