Finalizaron las vacaciones de Navidad y Reyes, especialmente en Españistán, donde cada vez se trabaja menos, aunando fiestas, puentes, acueductos, días de asueto locales, autonómicos, y un sinfin de argucias para prolongar los períodos de inactividad retribuidos. Así les irá a todos en un futuro cercano, cuando no haya empresa que quiera invertir en tan "productivo" personal.
Antes de continuar quiero comentar cómo nos fue en el concierto de Navidad de Amsterdam, al que hice referencia en este otro post del 30 de octubre de 2018. La actuación fue impetuosa, con un coro de gospel y varios artistas invitados que junto a la Jazz Orchestra del Concertgebouw hicieron vibrar a todo el auditorio. Nada más por eso merece la pena una visita a este santuario de la música mundial. Nosotros lo adornamos además con una cena en el mismo restaurante de la sala de conciertos y pasando la noche en un hotel cercano, celebrando nuestra felicidad por poder tener estas escapadas de vez en cuando. Sólo os digo que estas experiencias son inolvidables y muy recomendables para todo el mundo que se sienta vivo. Probadlo!.
En este post os quiero hablar de nuestras vacaciones de noviembre pasado. Las disfrutamos en Sudáfrica, concretamente en la ciudad "madre" africana, Ciudad del Cabo y algo más al este, en Stellenbosch, fundada por holandeses, una de las prestigiosas regiones donde se cultiva la vid y se producen los famosos vinos sudafricanos, tanto blancos como tintos, e incluso alguno de burbuja.
Ciudad del Cabo, Cape Town (eng) o Kaapstad (afr/nl) es la segunda ciudad más poblada de Sudáfrica, situada en la Bahía de la Mesa, fué fundada por el navegante holandés Jack van Riebeeck, originariamente como estación de abastecimiento de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (estos holandeses están en todas partes donde haya comercio!). En la isla cercana de Robben Island estuvo preso el líder sudafricano anti-Apartheid y premio Nobel de la Paz Nelson Mandela durante 27 largos años. Es una ciudad tremendamente multicultural, lo que la hace atractiva para personas completamente liberadas de prejuicios, de mentalidad abierta como somos Carmen y este que os escribe.
Stellenbosch está situada a 50 km al este de Ciudad del Cabo y es el segundo asentamiento más antiguo de la provincia de Western Cape. Cómo no, también fundada por otro holandés, Simon van der Stel, que la denominó también la ciudad de los robles (Eikestad en africaans). Tiene una reputadísima universidad y aloja a miles de universitarios. Se encuentra en una altiplanicie rodeada de montañas, con un clima mediterráneo ideal para la viticultura.
Hay que decir que pudimos jugar al tenis TODOS los días de nuestras vacaciones, disfrutando de una climatología benigna, pues estábamos en la primavera africana casi iniciando el verano por esas latitudes. Lo peor que llevamos fue las horas de viaje en avión, como 11. Una barbaridad!. Menos mal que teníamos asientos despejados por delante (pagándolo claro, como extra) para poder estirar piernas.
Ciudad del Cabo merece la pena visitarla de nuevo. Vimos las principales atracciones turísticas pero se nos quedó en el tintero mucho de lo que teníamos planeado, especialmente museos. Nuestro hotelito... superior. Instalaciones completas, piscina, sauna y wellness, desayuno buffet de gran calidad, atención del servicio exquisita, a veces rayando la pesadez. Si es cierto que es un alojamiento un tanto peculiar. Cómo lo podría decir?. Allí van parejas no sólo heterosexuales, y el mismo personal tiene variada orientación sexual. Eso me gusta, porque se nota "sensibilidad", "libertad", que en un hotel de cadena turística no puedes encontrar. Preferíamos algo pequeño, de mucha clase y con grandes experiencias vitales, y allí lo encontramos.
A Stellenbosch llegamos en tren. Algo que en cualquier país del mundo civilizado es de los más normal, allí es una aventura que puede ser muy peligrosa. Aún viajando en "First Class" había que ver en qué condiciones se viaja por esas tierras. En nuestro coche nos acompañaban hasta 11 agentes de policía. Ni que decir tiene que de haberlo hecho de noche a lo mejor no podíamos estar hablando de ello ahora. Toda una odisea. Porque ese país es una contradicción total. Todavía, aunque ya terminó el apartheid, la población negra es esclava del sistema, las urbanizaciones blindadas de los blancos les protegen de la alta criminalidad, mientras ves en los barrios/guetos o en los townships cómo las familias viven en casas de hojalata de pocos metros cuadrados, pero con platos de recepción vía satélite en casi todos. Y aún así creo que repetiremos algún día y que el país es digno de visitar. Por cierto, al cambio euro-rand sudafricano, se come en buenos restaurantes escandalosamente barato, una razón más para ser destino de nuevas vacaciones.
No me voy a extender más y prefiero regalaros la vista con un video-clip del asunto, pidiendo disculpas por el retraso en subirlo al blog. Espero que os guste. Ya sabéis, cualquier comentario... no dudéis en hacérnoslo llegar. Javier